Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1881-1882 (Cortes de 1881 a 1884)
Sesión: 29 de marzo de 1882
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 92, 2428-2429
Tema: Interpelación sobre la industria y comercio de Madrid y proposición incidental de Sr. Romero y Robledo y otros

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene V. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): La prueba de que el Gobierno y yo deseamos otra cosa, es que en el momento en que hemos podido hemos venido aquí a pedir la reforma de los tribunales, de los tribunales que vosotros criticabais tanto, y muy particularmente el Sr. Silvela, porque S. S. no [2428] dirá palabras gruesas, pero lo que es ideas gruesas y fuertes ya las sabe manifestar S. S.

Es muy sencillo decir: yo no he atacado a los tribunales; he juzgado un acto de un juez que me parece injusto. Si no es atacar a los tribunales; si, por el contrario, es defenderlos decir que los tribunales en España están sometidos al Poder ejecutivo, y que ni el juez ni el magistrado hacen más que lo que el Poder ejecutivo quiere, entonces tiene razón S. S., eso no es atacar a los tribunales; eso es muy suave, muy blando, muy dulce; pero es al estilo de cómo suelen decir las cosas los miembros eminentes de aquella célebre sociedad.

Cuando yo os decía que el Poder judicial no existía en España, porque equivale a no existir el que esté supeditado al Poder ejecutivo, manifestaba que si ese Poder judicial era tan malo, si cumplía tan mal su misión, la responsabilidad no era nuestra; era de S. S. y de sus amigos, que no lo han reformado durante el tiempo que han estado en el poder.

Pero decía el Sr. Silvela: ¿es que el Sr. Sagasta se conforma con decir que él y su partido no son los responsables? No: yo no echaría sobre vosotros la responsabilidad de la mala organización de los tribunales, si vosotros no los hubierais atacado. ¿Es que los atacáis para atacarnos a nosotros? Pues el ataque se vuelve contra vosotros. Pero al mismo tiempo que protesto y digo que la organización de los tribunales es mala, y que vuestra es la culpa, propongo el remedio: ahí está el proyecto reformando esa organización, por eso, porque no es buena. ¿Lo hemos podido traer antes? No: ahí está desde el momento en que lo hemos podido traer. ¿Por qué no se ha discutido? ¿Por nuestra culpa? No: por la vuestra. Ya lo dije el otro día: ahí está presentado el proyecto hace tres meses, y podíamos haberlo discutido antes de terminarse la primera parte de la legislatura.

Si no se discutió, fue porque el Gobierno defirió a la petición que amigos de S. S. le dirigieron; y si no lo estamos discutiendo actualmente, es porque nos estamos entreteniendo en otras cosas que serán muy importantes, pero que no lo son tanto como ese proyecto de ley; porque, en último término, uno de los medios más eficaces de remediar los males de que os quejáis en esta discusión es ese. Si los tribunales son malos, uno de los remedios es modificarlos; que mejor se remedia así el mal que con palabras, con discursos y con sesiones de las cuales, en último resultado, no vamos a sacar nada práctico.

No tiene, pues, razón S. S. al decir que yo me contento con echar ciertas responsabilidades sobre el partido conservador, porque al mismo tiempo que las echo, y no las echaría si no dierais lugar a ello, propongo el remedio oportuno.

Por lo demás, S. S. me ha venido a dar la razón, puesto que no ha rechazado de manera alguna sus aficiones y sus simpatías por la célebre compañía a que aludí, con la cual en verdad no simpatizo yo tanto; pero de que yo haya creído que S. S., y S. S. me lo ha confirmado, tiene esas aficiones, que no se encontraría mal dentro de ella, y que tiene cualidades y circunstancias y condiciones para pertenecer a ella, cualidades, circunstancias y condiciones que, repito, envidiarían las eminencias de esa compañía, no se desprende que yo haya llamado hipócrita al Sr. Silvela: eso lo ha dicho S. S., y cuando S. S. presume que yo se lo quise decir, ¿por qué será, Sr. Silvela? Dejo la contestación a S. S. y a todos los demás Sres. Diputados. [2429]



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